Viables y en la cantidad adecuada
Pero los preciados beneficios de estas bacterias que se encuentran en la naturaleza se darán siempre y cuando permanezcan vivas al llegar al intestino y además se encuentren en una cantidad adecuada en el alimento.
Para atravesar el tubo digestivo sin sufrir el deterioro producido por la acidez y las enzimas gástricas ni efecto lítico de la bilis, la matriz del alimento que lo transporte tendrá ciertas características para protegerlo y mantenerlo viable.
“Para lograr el efecto deseado el probiótico debe estar en el orden de 10 millones de bacterias (10 7) por gramo de alimento o sea que en 100 gramos de alimento el individuo estará consumiendo (10 9) mil millones de bacterias por día.
¿Pero cuánto tiempo permanecen estas bacterias benéficas en el intestino?
“Se ha visto que después de suspender su consumo, el probiótico puede permanecer entre 1 y 2 semanas en el intestino y luego desaparece”.
Si bien para De Antoni falta mucho por estudiar, la especialista reconoce que es factible que los probióticos tengan un efecto modulador sobre la respuesta inmune, equilibren la flora intestinal compitiendo con bacterias nocivas para la salud y den lugar a metabolitos protectores contra la agresión de sustancias carcinogénicas.
Mientras que en Argentina la mayoría de las bacterias probióticas están incluidas en productos lácteos, como bio-yogures, leches fermentadas y quesos probióticos, entre otros, en países con más historia y cultura en este tipo de alimentación se encuentran en una gran variedad de productos que van desde cárnicos hasta golosinas.
Efectos no deseados
A pesar de que se suman beneficios, los investigadores señalan que hay dos efectos adversos de los probióticos que hay que tratar de evitar: la inflamación intestinal y la traslocación bacteriana, es decir, que el microorganismo no quede en el intestino y pueda pasar a otro órgano.
“En el intestino tenemos más bacterias que células en el cuerpo. Eso habla de que la microbiota intestinal puede ser considerada un órgano que tiene una cierta estabilidad durante la vida aunque se pueden dar algunos disbalances causados por enfermedades, tratamientos o cambios de alimentación”, puntualizó De Antoni. Por ello –agregó– los probióticos podrían solucionar situaciones puntuales. Pero no se puede pensar al probiótico como un medicamento o fármaco.
Pero los preciados beneficios de estas bacterias que se encuentran en la naturaleza se darán siempre y cuando permanezcan vivas al llegar al intestino y además se encuentren en una cantidad adecuada en el alimento.
Para atravesar el tubo digestivo sin sufrir el deterioro producido por la acidez y las enzimas gástricas ni efecto lítico de la bilis, la matriz del alimento que lo transporte tendrá ciertas características para protegerlo y mantenerlo viable.
“Para lograr el efecto deseado el probiótico debe estar en el orden de 10 millones de bacterias (10 7) por gramo de alimento o sea que en 100 gramos de alimento el individuo estará consumiendo (10 9) mil millones de bacterias por día.
¿Pero cuánto tiempo permanecen estas bacterias benéficas en el intestino?
“Se ha visto que después de suspender su consumo, el probiótico puede permanecer entre 1 y 2 semanas en el intestino y luego desaparece”.
Si bien para De Antoni falta mucho por estudiar, la especialista reconoce que es factible que los probióticos tengan un efecto modulador sobre la respuesta inmune, equilibren la flora intestinal compitiendo con bacterias nocivas para la salud y den lugar a metabolitos protectores contra la agresión de sustancias carcinogénicas.
Mientras que en Argentina la mayoría de las bacterias probióticas están incluidas en productos lácteos, como bio-yogures, leches fermentadas y quesos probióticos, entre otros, en países con más historia y cultura en este tipo de alimentación se encuentran en una gran variedad de productos que van desde cárnicos hasta golosinas.
Efectos no deseados
A pesar de que se suman beneficios, los investigadores señalan que hay dos efectos adversos de los probióticos que hay que tratar de evitar: la inflamación intestinal y la traslocación bacteriana, es decir, que el microorganismo no quede en el intestino y pueda pasar a otro órgano.
“En el intestino tenemos más bacterias que células en el cuerpo. Eso habla de que la microbiota intestinal puede ser considerada un órgano que tiene una cierta estabilidad durante la vida aunque se pueden dar algunos disbalances causados por enfermedades, tratamientos o cambios de alimentación”, puntualizó De Antoni. Por ello –agregó– los probióticos podrían solucionar situaciones puntuales. Pero no se puede pensar al probiótico como un medicamento o fármaco.
• Lactobacillus casei
Alimentación animal
El mercado de este tipo de alimentos es cada vez más grande y ya ha alcanzado a la cría de animales de granja como cerdos y pollos. “Para el uso en pollos lo que se busca mediante alimentos probióticos balanceados y pasturas fermentadas y adicionadas es disminuir la elevada carga de salmonellas en el tubo digestivo de las aves”, sostuvo De Antoni. Por otra parte –agregó– también se trata de evitar el uso de antibióticos en la cría de aves de corral para mejorar su rendimiento, y una forma sería reemplazar los antibióticos por probióticos.
Otros animales domésticos como las mascotas también podrían beneficiarse con los probióticos, ya se están probando sus efectos en la mejora del pelaje, entre otras cualidades.
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